jueves, 10 de abril de 2014

Solo y con la luz de una estrella en las manos

Solo y con la luz de una estrella en las manos.

Amancio Pena, a lomos de su alazán, cabalgaba lento hacia ningún lugar pero sabedor de su destino.
En la Pampa, el viento arrecia, la noche avanza sigilosa como un puma al acecho. Lejos queda aun el siguiente poblado, Amancio y el alazán buscan refugio a la orilla de una cañada, entre los quebrachos una roca grande ofrece cobijo al viento, desmonta, quita el apero y en un remanso da de beber a su caballo mientras el se refresca la boca con un trago de ginebra.
De una tripa reseca, saca el último bocado de charque, mastica lento para matar el hambre, acompaña con la ginebra que es lo único que le dará calor, enciende un fuego chiquito, no quiere llamar la atención del malevaje.
La noche ya le enciende las luminarias del cielo, Amancio recuerda las historias del tata, de cómo Dios colgó las estrellas en el firmamento, se siente solo.
Hace tiempo que dejo la estancia, aquella china le perdió la cabeza, la última noche en “La Graciela” se jugó la suerte con el Pardo Viera, la china había estado jugando con los dos hombres y cada uno por su lado pretendía defender su honor. Salieron a relucir los fierros, aquello no iba a quedar en una simple trifulca, la rabia clamaba sangre, el corazón herido de esos gauchos exigía lavar con ella la ofensa. El primer tajo lo acertó el Amancio, el Viera se retorció en el dolor, en esas estaban cuando llego la autoridad y Amancio, hacedor de la primera sangre debió salir huyendo.
Esta fue la razón de encontrar a nuestro solitario en aquella llanura, reflexiona Amancio sobre lo sucedido. El Viera, se había criado en la misma estancia que el, en un rancho cerca del de su tata, habían compartido petizo para ir a la única escuela del pago, le había enseñado a trampear a las tabas pa´hacerse de un mango, las primeras borracheras, la primera pelea en el baile que Amancio logro sacar al Viera a lomos del alazán antes que los hermanos Pereira le hincharan la jeta. Pero compartir la china, eso no, el Viera era como su hermano, pero la china era suya “y de naides mas”
Solo, Amancio, sentado delante del fuego, con la única compañía de la botella y su alazán, junta las manos como en un rezo, le habla a su china mientras mueve nervioso los dedos, la soledad y la falta de respuesta de la que no está hace que le invada la angustia, desesperado sin poder conciliar el sueño se levanta, da un grito desesperado que se disipa en la noche inmensa de la Pampa, bebe el último trago de ginebra y se queda reflexionando, se dice que la va a olvidar pero no puede.
Alza las manos al cielo, la luz de una estrella se ilumina en sus manos y Amancio se pregunta “CHINA RENEGAA, POR QUE CARAJO NO ME RESPONDE LOS WHATSAPP? Puta carajo, no tengo señal”
El Pibe
Humilde homenaje a Fontanarrosa.

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