viernes, 7 de marzo de 2014

Kafka

Para algunos es fácil identificarnos con la obra de este grande,
  un artista del hambre  desde el castillo infranqueable de su genialidad,
 negándose a ser el comerciante de su propia obra hasta el final.
Quienes en la infancia le leímos, seguimos el camino a casa como niños en un paseo de campo, 
como en un sueño, recreando en nuestra mente cada historia en el paseo repentino.
Seguimos el proceso de la metamorfosis hacia la madurez, nos sorprendimos que no dejaba de tener allí incluso el mismo sentido, se asemeja al mundo, incomprensible como la conversación con el borracho.
Hoy que me siento el pasajero de mi vida, con ese barullo de mi mente, encuentro el mundo otra vez tan loco y sin sentido como en mi infancia. El termino Kafkiano , muchas veces se quiere aplicar a lo irreverente, fuera de lo común, que de normal puede tener este mundo que avanza a cada vez más a convertirse en la colonia penitenciaria global.
El Pibe

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