martes, 28 de enero de 2014

Una cosa es una cosa...

Una cosa es una cosa…..

y otra cosa es otra cosa”, esta frase mi viejo no se cansaba de repetirla, con enfado y determinación, cada vez que alguien, incluido yo, lo ponía en la situación de tener que elegir entre dos ideas o planteamientos totalmente antagónicos y carentes de mayor sentido que la coacción.

Nunca entendí , siendo un niño, porque cuando yo amenazaba con no hacer mi tarea si no me dejaba quedarme media hora más jugando a la pelota, o mi hermana le amenazaba con irse de casa si no le dejaba seguir viendo a su novio(Julito, ahí la tenes pal resto de tu vida) o cuando el inspector municipal(u otro coimero de turno) le planteaba que o le ayudaba a pagar esa “cuentita” que tenía pendiente o le iba a tener que multar y cerrarle el boliche, mi viejo siempre respondia en primera instancia con la frase de marras.
Ni decir que yo no me salía con la mía, mi hermana al cabo de un par de años se fue con su novio y el “señor coimero” le cerró y/o multo el boliche en más de una ocasión, pero el incólume.

El caso es que esa misma frase se la oí decir con el tiempo a muchos otros gallegos y gentes de lugares varios, con la misma convicción y firmeza. Como si de una sentencia se tratase, cual jueces de su propia vida.

Con el paso de los años, sin mi viejo al lado para explicármelo, me fui dando cuenta de a que se referían, se trataba ni más ni menos que de un poético y rotundo no a la coacción.

Muchas veces en la vida nos encontramos en ese cruce de caminos en el que alguien nos da a elegir entre uno u otro camino. Cuando la elección es libre, sin amenazas, sin intimidación ni nos pone ante la disyuntiva de tener que renunciar que renunciar a nuestros principios, verdades o afectos, solo se trata de eso una elección libre y valida entre dos caminos. Cuando todos nuestros derechos, principios y afectos se ven amenazados, no dándonos elección si no obligándonos a cambiar de rumbo, la elección es clara “sigo por el mismo camino”.

Esa tozudez, determinación y coraje, son los que me permiten seguir teniendo hoy en mi viejo, a 33 años de su muerte, un faro hacia el que redirigirme cuando he equivocado el rumbo. Son muchas las ocasiones en que me he visto frente a situaciones de esta índole, y pocas en que el haber cedido me hubiese conducido a buen puerto.

En un momento en el que el país que me acogió durante los últimos 15 años se ve inmerso en una profunda crisis, desde el puente de mando de este barco a la deriva se plantean opciones inaceptables “regulación del mercado de trabajo (léase: bajada de salarios, supresión de derechos etc.) o mayor tasa de desempleo”. Como si la una no fuese tan mala como la otra, pregunten a todos esos países por los que ha pasado el boom industrial  de la mano de obra barata y luego además de una población arruinada, han dejado una sociedad diezmada en sus derechos básicos, aunque yo no este más tiempo aquí, espero que esta sociedad se levante y diga no a la coacción.

Últimamente, la vida y algunas personas, me han puesto ante ese cruce de caminos, en algunos casos he podido elegir libremente, en otros no he cedido y perdiendo he elegido el camino que yo creía correcto. Pero también me ha tocado tener que callar, ceder, porque cuando afecta a quien amas te tragas el orgullo, solo espero que el faro siga ahí, y en mi tierra pueda retomar el rumbo.

Nadie tiene derecho a secuestrar los afectos y utilizarlos para callarnos, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.

Gracias viejo.

El Pibe

1 comentario:

  1. Este me encanta ya lo lei por que lo colgastes en tu muro de Facebook, yo lo comparti y se la dedique a mi viejo que es como era el tuyo, llore la primera vez q lo leí y llore otra vez ahora. Sos genial y tenes una manera especial de decir las cosas. Gracias por emocionarnos.

    ResponderBorrar